Quiero volver a apelar al libre albedrío de los Diputados Nacionales de los distintos grupos del Congreso de los Diputados. Sigo apelando a su condición de ciudadanos elegidos para ejercer la representación política sin otro mandato que el de ejercerla con libertad y sin ningún tipo de sometimiento que al de su propia conciencia.
Los partidos políticos tienen programas políticos y electorales. Ahí están sus compromisos para la ciudadanía y para con sus propios afiliados. Pero más allá de eso, y siempre por encima de ello, está la conciencia de cada uno de los cargos electos. Si además estos han de han de pronunciarse sobre una cuestión importante, que no ha sido sometida ni a la voluntad soberana de los electores ni forma parte del programa fundamental del partido en cuyas listas ha salido elegido, no cabe otra opción que obrar en conciencia.
Me consta que hay muchos Diputados que esta semana han violentado su conciencia votando a favor de una reforma constitucional que saben innecesaria en el fondo y un disparate político y democrático en la forma. Se han vulnerado tanto las reglas mínimas del respeto a la democracia y a las formas en las que esta se expresa que creo que ni los más sectarios de cada una de las tropas pueden estar tranquilos con lo que esta semana han perpetrado.
No es sólo que hayan decidido utilizar el procedimiento de lectura única para modificar la Constitución –un procedimiento que, de facto, anula el debate y que por eso mismo está reservado en el Reglamento de ambas Cámaras para asuntos que por su simplicidad o su naturaleza así lo aconsejen–, sino que han decidido no admitir – ni siquiera a ese raquítico debate de la lectura única– una serie de enmiendas. Nos han privado a los diputados de nuestra condición de representantes de la soberanía nacional y de nuestro derecho a la participación política, uno de los derechos básicos de cualquier democracia y que está recogido – y no suspendido de momento- en el artículo 23 de nuestra CE. Como si no fuera suficiente atropello el método que han adoptado para reformar la Constitución –en un despacho a las dos de la madrugada y por lectura única en cuarenta y ocho horas en el Congreso—han impedido que siquiera se puedan someter a votación una serie de enmiendas que los distintos grupos han presentado. Este es un tema capital, que no tiene que ver con el contenido de las enmiendas sino con el respeto a las reglas de la democracia; es obvio que yo no hubiera apoyado la enmienda del PNV, por ejemplo, en la que solicitan se incorpore a la Constitución “el derecho a decidir”; o la enmienda de IU que pedía la instauración de la República. Pero no se puede impedir su tramitación una vez que ellos han abierto el melón de la reforma.
En una decisión inédita, el Partido Popular y el Partido Socialista, como un solo hombre, decidieron que en el Pleno solo se hablaba de lo que ellos querían que se hablara y que sólo se votaría sobre lo que ellos quieren que se vote. Y para conseguirlo no admitieron a trámite la enmienda de UPyD en la que se solicitaba la celebración de un Referéndum para sancionar el nuevo artículo 135. Y lo más escandaloso es que para argumentar su decisión dijeron que “supone una alteración del procedimiento de la reforma constitucional contemplado en el Título X de la Constitución”. O sea que según ellos nuestra enmienda, planteada como una Disposición Adicional, vulnera la Constitución.
¿Pero quienes son ellos, esa suma PP-PSOE en la Mesa, para interpretar la Constitución? ¿Quiénes son ellos para determinar que siquiera la tramitación es inconstitucional? ¿Tan interiorizado tienen su control sobre el TC que se permiten anticiparse a un posible futuro fallo de éste?
Como ya he dicho, iremos en amparo al Constitucional; hay precedentes en los que el TC ha sancionado a favor del recurrente en casos similares al entender que se ha vulnerado su derecho a la participación política y que la Mesa se ha extralimitado en sus funciones. No es que tenga mucha esperanza en la efectividad de este recurso; pero tengo la obligación de agotar todas las vías de defensa, de no aceptar la impunidad de los vulneradores de las reglas de juego de la democracia.
Pero en tanto el TC se pronuncia, tenemos la necesidad – y también la oportunidad- de seguir actuando contra el oscurantismo y la chapuza. Pido a los Diputados que están en contra de lo que esta semana han votado que ejerzan su libre albedrío y suscriban con nosotros una petición de referéndum. El 20N puede haber una tercera urna en la que le demos la palabra a los ciudadanos. Os pido que optéis, siquiera para esto, por hacer caso a vuestra condición de representantes de la soberanía nacional y actuar conforme a vuestra conciencia. Con 34 que obréis en conciencia es suficiente; yo soy el número 35.
Rosa Díez.
Diputada Nacional y Portavoz de UPyD.
http://rosadiez.net/2011/09/05/%C2%BFno-habra-treinta-y-cinco-ciudadanos-en-la-camara/
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