jueves, 15 de septiembre de 2011

ELECCIONES PRIMARIAS, SI POR FAVOR. (Carlos Martinez Gorriarán)

Permítanme razonar la importancia de las elecciones primarias que celebramos este sábado en UPyD dando un pequeño rodeo: el pasado martes el Congreso aprobó una resolución de apoyo a la “inmersión lingüística en Cataluña” votada por todos los partidos salvo PP, UPN y UPyD. No sería sino otro ejemplo de la conversión del nacionalismo en “pensamiento único” –con perdón de la inteligencia- si no fuera porque esta vez la cosa era más grave: la resolución significa el apoyo del Congreso al anunciado desacato de la Generalitat a la sentencia del TSJC para que la enseñanza pública catalana aplique de una santa vez el derecho de los padres a elegir la lengua vehicular de sus hijos entre las dos oficiales en aquella comunidad.
No creo que haya muchos precedentes democráticos de un Parlamento que vota eximir de la sagrada obligación de cumplir las sentencias judiciales a una administración pública. Esta actuación, que consagra la desigualdad ante las leyes y la impunidad de los gobernantes frente a la sumisión de los gobernados –pruebe usted a desobedecer alguna de las infinitas leyes y normas autonómicas catalanas, si vive allí-, es más propia de un Estado que se encamina al autoritarismo. Así, como lo oyen: es propio de un Estado que abandona la democracia para encaminarse hacia alguna forma de fascismo posmoderno. Por supuesto no es algo irremediable que no se pueda corregir, pero es un síntoma muy serio y preocupante (que podemos añadir a la mini reforma exprés de la Constitución con nocturnidad, alevosía y sin debate público ni enmiendas parlamentarias, de la semana anterior).
La pregunta lógica es que cómo es posible que suceda algo así (y la respuesta nos conducirá hacia la importancia de las Primarias). Es natural que los nacionalistas, que al fin y al cabo chocan con la democracia siempre que ésta frena sus pretensiones, voten solidariamente la aberrante exención de acatar las sentencias que no gusten a un partido nacionalista, que es de lo que se trata. Pero, ¿y el PSOE e IU? ¿Es que no se dan cuenta de la gravedad antidemocrática de lo que han votado? Y la respuesta es que, al menos el PSOE –con IU y sus delirios alternativos, vaya usted a saber-, seguro que sí. Pero el PSOE no podía oponerse a ese desmán parlamentario sin tener una muy grave crisis con su socio catalanista, el PSC, que es ya lo que le faltaba para pasar del estado electoralmente grave actual a uno terminal. Esto es, el PSOE ha optado por proteger sus intereses de partido menguante a principios tan básicos del Estado de derecho como la igualdad y seguridad jurídica –algo importantísimo en una crisis como la actual- y la separación de poderes. ¿Y eso? Pues porque el PSOE se considera a salvo de la rendición de cuentas a sus afiliados y votantes en este asunto gracias a la ausencia de debate político interno y al dominio burocrático de la política por el aparato del partido. Cuando Rubalcaba se hizo con el liderazgo del partido evitando con maniobras la celebración de primarias, quedó claro que todo lo que el PSOE hiciera en el futuro inmediato estaba exclusivamente dirigido no a resolver la crisis política y económica de España –en buena medida resultado del zapaterismo-, sino a salvar su culo. Hubiera sido más difícil que esto hubiera pasado si el PSOE hubiera celebrado elecciones primarias y sus afiliados hubieran elegido no entre nombres y caras (más o menos duras), sino entre proyectos políticos. En conclusión: el debilitamiento de la democracia en los procesos internos de los partidos acaba debilitando gravemente a la democracia en general, con la consecuencia de actuaciones tan vergonzosas como la votación del Congreso contra una sentencia judicial de la máxima instancia.
En UPyD elegimos dotarnos de un sistema de elecciones primarias para cargos internos y cabezas de lista parlamentarias precisamente para evitar esta deriva en nuestro partido, y evitar contagiar al sistema democrático en las instituciones que deciden y administran. Es verdad que a veces produce cansancio tanto ir a votar, y que a veces cuesta –en un país con una cultura política tan sumaria como España- explicar a periodistas y ciudadanos que las Primarias son importantes en sí mismas, como un primer escalón de un sistema que aspira a ser lo más participativo y transparente posible, aunque hacerlo así –como todo en la vida- conlleve un precio. Pues estamos en un país donde el debate y la competencia abierta entre candidatos es interpretado como una debilidad y un fracaso interno, en vez de como una práctica activa de la democracia que sólo puede ser beneficiosa para todos. Aunque a veces canse, aunque a veces sea complicado gestionar el proceso, aunque a veces sólo haya un candidato –obligado sin embargo a conseguir el refrendo de sus compañeros- o aunque, habiendo varios, la diferencia entre ellos sea tan grande a favor de uno que parezca una elección descafeinada.
Pues no: hay que sacudirse la pereza y acudir a votar el sábado en las Primarias de UPyD no sólo porque lo digan nuestros Estatutos, sino porque es una aportación práctica, en forma de ejemplo, a la mejora constante de la democracia. También porque quienes han dado un paso para presentarse como candidatos –sin avales ni filtros previos de ningún tipo, en Primarias puras- merecen ese reconocimiento que no dará el absentismo ni la indiferencia. Hay que tomarse la molestia porque si no poco tendremos que decir como partido a los ciudadanos que claman por más y mejor democracia, ni a esos rivales que han votado barbaridades como la arriba comentada, o que practican sistemáticamente formas de hacer política más propias de una oligarquía corrupta que de una democracia exigente. Así que dejémonos de excusas y vayamos a votar este sábado, haya en nuestra provincia un candidato, dos o siete, y por supuesto a la candidatura de UPyD a la Presidencia del Gobierno. Es una democracia que pasa por un muy mal momento la que nos reclama esta modesta y valiosa contribución.

No hay comentarios:

Publicar un comentario