El pasado martes todos los grupos del Congreso se opusieron a la moción de Unión Progreso y Democracia que instaba al Gobierno a iniciar los trámites de ilegalización de Bildu y Amaiur. Desde entonces, los partidos y sus medios concertados se han esforzado en resaltar la soledad de UPyD al respecto, como si los valores democráticos estuvieran sujetos a las modas y lo más importante fuera no desentonar. Si esto fuera así, el valor supremo sería el gregarismo, y llama la atención, especialmente, que se afee la soledad de un partido precisamente desde otro (el PP) que durante años sufrió la misma acusación por hacer lo que ahora ha hecho UPyD: mantenerse firme contra los totalitarios. El señuelo para distraer a los ciudadanos del cambio de dirección del partido en el poder respecto a lo que sostenía hace apenas cuatro meses fue una declaración inane que se ha vendido (y que los medios más sectarios han comprado) como un acuerdo histórico. El proceso ha sido ya desmontado con precisión. Es significativo que al supuesto acuerdo se hayan incorporado formaciones que durante décadas se han aprovechado de los efectos del terrorismo. Han podido hacerlo por la falta de sustancia del texto. El vídeo que puede verse a continuación es la prueba de que el consenso no es un fin en sí mismo. Para saber si un acuerdo entre varias partes es bueno, conviene preguntarse qué es lo que los une.
FIN DE LA PELICULA
(No de E.T.A)
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